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martes, 11 de octubre de 2016

REVISTA LITERATURAS.COM 'HABLANDO SOLO POR LA CALLE' Javier Salvago





HABLANDO SOLO POR LA CALLE
(Entrevista + Reseña)

Autor: Javier Salvago
Editorial: La Isla de Síltolá
Nº de páginas: 74
                       
Por Eduardo Cruz Acillona

Tras haber transitado con reconocido éxito por el guión, el relato y la autobiografía; y, sobre todo, tras haber alcanzado las más altas cotas dentro de la poesía contemporánea, se presenta ahora Javier Salvago con una tan jugosa como original colección de aforismos que no defraudará a sus cada vez más numerosos seguidores y que sorprenderá a quien, si existe alguien así, aún no le conozca.

Salvago no sólo habla consigo mismo por la calle. También observa. Y lo que ve no le gusta. Si la poesía es un arma cargada de futuro, en su caso el aforismo es un arma cargada de rabia que usa en defensa propia. Se convierte así el aforismo en un escudo protector frente a la miseria del poder, la ceguera voluntaria del poderoso, la alegre inconsciencia del gurú de pacotilla y las verdades categóricas escritas con el humo de la ignorancia.

Los aforismos de Salvago nacen como reacciones urgentes a los insultos a la inteligencia que destilan las redes sociales con su inmediatez y su peligrosa y falsa trascendencia. Los aforismos de Salvago huyen de la ortodoxia y entre ellos se cuelan el haiku, el verso suelto, la chanza, el juego de palabras y la bofetada en toda regla sin excepción. En ellos conviven el ciudadano concienciado y el poeta abierto 24 horas, el escéptico y el comprometido, la lluvia (siempre la lluvia) y el dolor de cabeza, el pasado sin maquillar y el futuro desvelado, la botella medio vacía y la botella a medio llenar…

Cuando alguien va hablando solo por la calle, algo barrunta…

 PREGUNTA: Quien habla solo por la calle ¿sus males espanta o simplemente es que va conectado a un smartphone?
JAVIER SALVAGO: La mayoría de los locos ensimismados que van aparentemente hablando solos por la calle parece que sí van conectados a un smarphone. Pero yo no sé lo que es un smartphone, no tengo móvil. “Quien habla solo espera hablar a Dios un día”, dijo Antonio Machado, pero no sé si es mi caso. Tampoco diría, como Antonio Gala, que hablar solo es la única manera de mantener una conversación inteligente. Yo hablo solo porque me dejo hablar, porque me escucho, porque es conmigo con quien mejor me entiendo y porque, a qué engañarnos, soy un solitario; un solitario que vive con una mujer y un gato.

¿Lo bueno, si breve, aforismo?
“Hay mucha literatura en la literatura”, dice uno de mis últimos aforismos. Sí a lo breve, si no es por limitación, por impotencia, porque no se da más de sí, sino porque se ha llegado al meollo. Todo lo que no añade, sobra.

¿El aforismo es el espejo del alma?
Todo lo que uno escribe, si es con honestidad, es espejo del alma. Pero el aforismo,  además de espejo, debe aspirar también a ser disparo al alma. Un buen aforismo sería como una carga de profundidad que estalla en el fondo del alma del individuo, de la sociedad o del sistema (suponiendo que la sociedad y el sistema tengan alma). Pero no me hagas mucho caso. Yo no soy aforista, aunque escriba aforismos. He llegado al aforismo por hartazgo no diré de aforismos, pero sí de esas frases tipo Coelho que infestan las redes sociales.  

Hay quien tilda a este libro de pesimista. Yo sin embargo lo veo, como decía el chiste, optimista pero bien informado. Lo veo rebelde, contestatario, guerrero y, en ocasiones, hasta quinceeme
Totalmente de acuerdo. Es, o quiere ser, todo eso porque, de algún modo, yo sigo siendo todo eso. Y de pesimista, nada. Ver la realidad y llamarle a las cosas por su nombre no es pesimismo. A mí no me asusta reconocer que todo está mal cuando todo está mal. Lo que me asusta es el optimismo ciego de los que van por la vida saltando bobaliconamente, como en un spot de televisión, como si todo estuviera bien, cuando todo está mal. Los años, si no eres tonto de remate, te dan una claridad para descubrir el truco, la trampa y el cartón que asusta.

Además de mirar la realidad que le rodea, también en esta ocasión mira mucho hacia adentro. ¿Qué ha encontrado a estas alturas de la película?
Pues he encontrado todo lo malo que se puede encontrar dentro de un ser humano y también todo lo bueno. Hace tiempo que aprendí, como dice uno de los aforismos del libro, que “todo el que dice yo no soy esto o yo no soy lo otro, miente o se engaña. Todos somos todo, y además todos somos capaces de todo, llegado el caso”. Cualquiera puede ser un héroe, un villano, un asesino o un santo, si se dan las circunstancias.

En un libro de aforismos, ¿también se puede leer entre líneas?
Mucho más que en cualquier otro libro. Lo mejor del aforismo siempre está entre líneas.

Cuando el aforismo se formula en forma de pregunta, ¿dónde se esconde la respuesta?
La respuesta siempre está en el viento.

Cada cierto tiempo, como en primavera, la lluvia aparece en este libro de manera recurrente. ¿Por qué la lluvia?
Porque “la lluvia nos recuerda que venimos del agua y somos agua”.

Cierra el libro afirmando: “Lo más inteligente que se puede hacer en esta vida es marcharse a tiempo”. ¿Nos falla la valentía?
Yo creo que lo complicado es decidir cuándo es “a tiempo”. Porque la esperanza, que nunca se pierde, siempre está ahí para decirte: “resiste un día más, a lo mejor mañana todo es diferente, quién sabe si mañana aparece el tesoro, el remedio, la cura…” Lo que nos retiene es “el por si acaso”. Aquí sigo aguantando…, por si acaso.

Para leer su libro he utilizado como marcapáginas una tirita. ¿Es grave, doctor?
Lo grave es que casi todo podría tener cura y no se le pone.




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Jim & jhon